domingo, 19 de febrero de 2012

UTOPÍA

Reflexiones sobre una palabra que evoca tantas sensaciones....

Siempre que pienso en una utopía se me aparece en la cabeza como algo inalcanzable, o al menos difícil. 
Creo que esta palabra ha sido cargada de numerosas connotaciones negativas, incluso se suele utilizar como un sinónimo de imposibilidad. Por ello a la gente con sueños e ilusiones, a la gente emprendedora, a la gente con metas y grandes objetivos, a la gente con ganas de vivir , se les tacha de utópicos usando este calificativo con afán de infantilizar y desmotivar, incluso rayando las ganas de ridiculizar.  Pero... ¿Qué sería de las personas sin sus sueños? ¿Qué hubiera sido de la humanidad sin sus ideales? En realidad ser utópicos es imprescindible, la utopía no es una quimera. La utopía puede llegar a materializarse en el momento que comenzamos a creer en ella, pues hacia ella nos dirigiremos.

 La negatividad con la que se ha cargado este concepto, no es más que una forma de intentar generar pasividad en el hombre y su uso se articula de tal forma para provocar y producir personas limitadas, pues no interesan humanos críticos y disconformes, no interesan humanos que piensen y actúen en pro de sus propias utopías o en pro de utopías compartidas, a fin de cuentas, lo que no le interesa a este sistema es gente capaz de cambiarlo.

Y esto se demuestra desde uno de los pilares más básicos de la socialización del individuo, la escuela. Lugar dónde se enseña a acumular conocimientos a almacenarlos y a expulsarlos mecánicamente, abusrdamente con el fin de crear personitas que se adecuen al sistema mercantil para que sean buenos productores y consumidores. La escuela engendra seres muertos en vida.
Al entrar en la escuela entramos en una carrera de competitividad, donde nos enseñan que hay que ser siempre mejor que el compañero de al lado para triunfar. Pero no nos enseñan a amar al otro, ni a nosotros mismos, no nos enseñan a satisfacer nuestros deseos ni a luchar por nuestros sueños y evidentemente no nos enseñan a ser útopicos; y así poco a poco nos volvemos locos frustrados sin saber muy bien lo que aquí puñetas pintamos. Así crecemos trabajando para sobrevivir y sobreviviendo para consumir ahogados en un círculo que nos deja muy poco espacio para reproducir lo que de humanos tenemos. Quien reprime sus deseos y no persigue sus utopías esta viviendo una vida carente de sentido alguno.

Sinceramente no nos lo han puesto fácil para ser utópicos, pero que carajo...
"¡Seamos realistas, exijámos lo imposible!"




PAU

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