Reserva natural de Dindefelo. (Senegal) |
3 meses ya!! Que han pasado extrañamente lentos y rápidos
a la vez. Estoy en el ecuador de mi
estancia en Senegal. Ya he vivido la mitad de la experiencia y hoy, si pudiera
en un abrir y cerrar de ojos me
transportaría por unos días a España, con un solo día me valdría para recargar
pilas y continuar.
Voy empezando a necesitar una
ducha. Hablo de una ducha de esas en las que abres un grifo y sientes como el agua te cae a presión por todo el cuerpo a
la temperatura que tú decidas y en la que tienes las manos libres y te puedes
ahorrar hacer equilibrios para que los
pies no se te llenen de barro. Mi
espalda y cuello agradecerían muchísimo una cama. Una cama con su somier y su
colchón de muelles y una almohada, en lugar de una espuma carcomida, sucia y fina
como el papel de fumar sobre unos bambús
sujetos con piedras y un burruño de ropa para la cabeza. Mis talones piden a gritos piedra pómez y
estar remojados durante horas en agua tibia, las plantas de mis pies tienen ya
un color negro incrustado y mucho callo.
Me gustaría tirarme en un sofá mullidito o en su defecto poder sentarme
en algún lugar con respaldo, en vez de andar todo el día de cuclillas. Poder leer o escribir por las noches sin
tener que forzar la vista a la luz de una vela prendida, que parece muy bucólico
y romático pero os aseguro que es una mierda bastante incómoda. Por un día me
gustaría entender todo lo que oigo y que me entendieran todo lo que hablo.
Deseo con todas mis fuerzas abrir una nevera, admirar su interior
emocionada y tras unos segundos de embobamiento por la variedad, atracarla,
comérmelo todo de una sentada, aunque no sé si mi estómago aguantaría tanta
innovación y cantidad. Echar la ropa a la lavadora y no preocuparme de sacar
agua del pozo y frotar sin ningún resultado, pues aquí la ropa siempre está
sucia. Hacerme un chequeo médico de pies
a cabeza y asegurar que todo está en orden y que no tengo habitantes pequeños
con nombres raros viviendo a costa de
mí. Pasar desapercibida, ser una desconocida y no conocer a nadie, no sentirme
observada, dejar de ser blanca, volverme transparente. Necesito unas cañas con
sus respectivas tapas, aunque estas fuesen
un cutre revuelto de frutos secos, del cual, por supuesto no me comería los
panchitos. Desterrar el cacahuete de mi
dieta, aunque fuese solo una tregua de 24horas. Necesito también unos litros
con los amigos, en un parque cualquiera, tirada en un césped. Dejar de espantar
a las pesadas moscas. Barrer sin tener que doblar mi espalda. Volver a sentir
el frio, incluso ese que hace que te duelan los huesos. Ver un día llover y mojarme. Dejar de estar empapada en una capa de sudor
continuo. Olvidarme del arroz, quizás no
en forma de paella. Dormir hasta no poder más, sin gallos ni mezquitas como
despertador obligatorio. Ver un plato y querer comérmelo con los ojos. Un buen fiestón con su correspondiente mañaneo.
Agua y luz con un simple movimiento de muñeca. Un conciertazo de esos en los
que te quedas afónica. Rodearme de la familia y los amigos. Dejar de desayunar
pan duro y leche en polvo. Ponerme un
pantalón corto si me da la gana. Un
baño, con su wc y su cisterna y su rollo de papel higiénico. Poder moverme por
la noche sin depender de una linterna. Dejar de ser vegetariana. Conseguir unos
minutos de puro silencio y volver a mí concepto de intimidad.
Aunque esto fuese solo por un día.
Un día de lujos, vuelta a la comodidad por 24horas, para luego volver a vivir
en la pura naturaleza, en la tierra que todo te lo da y todo te lo quita.
Soy una tubab, no lo puedo evitar
y por muy feliz y adaptada que aquí me encuentre tengo mis días de morriña.
Pero esto sigue! 3 meses más de pura vida por delante y a exprimirlos!
Sé que irrediablemente a la
vuelta lo que echaré de menos será mi
parte africana. BESOOS.