Estos días tras las manifestaciones del 27-28 y
29 S, he visto mucha mierda y también mucha esperanza en las calles de Madrid.
Estábamos dormidos, despertamos pero aún queda rebelarnos y defendernos de las agresiones de estas bestias ¿Por qué la violencia que se ejerce contra el pueblo se legitima y la del pueblo contra el poder se tacha de terrorismo? Estos mercenarios gozan de la más absoluta impunidad, pues son perros de los que también han creído ser nuestros amos.
La mierda más vergonzosa las imágenes de la
brutalidad policial, que han ciruclado a través de pantallas de ordenadores, móviles, algunos canales de televisión y que han sido portadas de la prensa nacional e internacional.
Lo peor de todo esto, es que aunque el horror
haya llegado a las retinas de gran parte de la sociedad, probablemente y no
dentro de mucho tiempo, estos hechos acabarán olvidándose. Se borraran de las
cabezas de la inmensa mayoría española, porque la barbarie que circula
diariamente alrededor de nosotras desgraciadamente acaba aceptándose, al no ser
que la sangre nos salpique o nos caiga cerca.
Y entonces... ¿que nos queda?, ¿cuanto más vamos
a tener que aguantar?, ¿cuantos palos literales vamos a tener que recibir?, ¿cuanta
violencia estructural somos capaces de soportar?, ¿cuanto más nos tienen que
apretar la soga al cuello y ajustarnos nuestros cinturones, mientras los suyos siguen bien holgados?
No seré yo la primera en tirar la piedra., sinceramente me falta el valor (aunque no me falten ganas), y ante esos
animales disfrazados de robocots me hago muy pequeñita. Tal vez porque aún no
me falta el pan, tal vez porque tengo la suerte de poder seguir estudiando, tal
vez porque tengo la suerte de tener unos padres que cuidan de mi y que me dan un techo, tal vez
porque la capacidad de aguante y adaptación del ser humano es asombrosa... pero
tal vez ya me estoy empezando a cansar y acumular demasiado odio y ya se sabe que quien siembra el odio recoge la rabia. Tampoco voy a
sentarme ni a formar cordones humanos levantando las manos y gritando "Estas son nuestras armas" pues los poderosos ignoran y se rien de las armas que usamos, el poder se rie de nuestra voz. No voy a
esperar a llevarme un porrazo, no voy a poner yo la otra mejilla, pero ni mucho menos voy a ser yo quien abuchee a esos pocos compas valientes capaces de
enfrentarse a los maderos, a esas que son capaces de contestarles con la medicina que ellos usan, con el jarabe de palo,con un par de cojones, con
un par de ovarios, en todo caso los aplaudiré y las defenderé, no voy a tirar piedras sobre mi propio tejado.
Estábamos dormidos, despertamos pero aún queda rebelarnos y defendernos de las agresiones de estas bestias ¿Por qué la violencia que se ejerce contra el pueblo se legitima y la del pueblo contra el poder se tacha de terrorismo? Estos mercenarios gozan de la más absoluta impunidad, pues son perros de los que también han creído ser nuestros amos.
Hoy como ayer, quien tortura, quien asfixia,
quien mata es el mismo, pero se oculta tras la hipocresía de una mascara
ensuciada con el nombre de democracia. No nos engañemos y no tengamos miedo de
llamar a las cosas por su nombre, vivimos bajo la dictadura del capitalismo
salvaje y hoy la guerra es en muchos frentes y en todos los países.
El mundo está patas arriba y sí, soy realista, no
tiene solución. Pero la realidad no puede paralizarnos, no vamos a llegar a la
perfección, la bola ya se ha hecho muy grande y el sistema no va a caer, pero
podemos y debemos mejorarlo. Hoy oponerse y desobedecer es nuestra
forma de supervivencia local, regional, nacional y mundial, hoy como ayer la lucha es el único cámino.
Pau